En estas fechas navideñas, todos tratamos de hacernos buenos propósitos. Uno de ellos es sacar un hueco para desconectar durante un rato y acordarnos de las personas que nos importan y de las que no parecemos acordarnos a lo largo de todo el año por nuestro acelerado día a día.
Es momento de parar y pensar por unos instantes, todo aquello que hemos compartido: proyectos, encuentros, risas, enfados, problemas, preocupaciones. También es el momento de acordarnos de aquellas otras personas con las que no hemos coincidido desde hace mucho tiempo y de las que guardamos buenos recuerdos. Es momento de recordar a los que ya no están con nosotros.
Te deseo unas Felices Fiestas entre tus familiares más cercanos y que en este año encuentres la oportunidad de recordar los buenos propósitos de estos días y mantener la ilusión de un mejor nuevo año.
Gestión de Servicios de TI, Telecom, Smart Grid. Artículos e ideas que pasan por mi cabeza o que me parecen interesantes
viernes, 23 de diciembre de 2011
martes, 30 de agosto de 2011
Cómo cambiar la lampara de tu coche con tu iPhone?
Saliéndome ligeramente de la temática de mi blog, he decidido escribir esta entrada por lo que hice ayer y para que sirva de inspiración a aquellos que tengan problemas similares. Mi mujer tiene un Citroen C3 muy mono él que entre otros defectos tiene una pega con el cambio de lámparas: es casi imposible meter la mano para realizar la "sencilla" operación de cambio de lámpara.
El caso es que llevaba varias semanas con una luz fundida y como esta semana de Rodriguez me está tocando llevar el coche a mí, me decidí a cambiar la lámpara. Antes de nada miré por internet y vi en varios foros lo complicado que era y que para hacerlo había que armarse de paciencia y que había que hacerlo al tacto ya que la vista no alcanza al lugar del faro.
Pues bien, abro el motor, desmonto algunas piezas de plástico para acceder a la bombilla y empiezo. Acordándome de la paciencia y el tacto, consigo soltar la primera patilla (qué bien pensé, no hay nada como buscar ayuda en la red). Después de unos minutos machacándome los dedos, empiezo a ponerme nervioso (haciendo caso omiso de lo que acababa de leer en los foros de la paciencia). Cojo la navaja, un destornillador, una llave y nada, como no caben en el poco espacio que hay no consigo nada.
Finalmente, se me ocurrió coger el iPhone para introducirlo en el hueco del faro y hacer esto:
Es cierto que el encuadre no es perfecto, pero en esta foto se aprecia la patilla que dejé suelta y la que me faltaba por soltar. Después de ver la foto, conseguí sacar la bombilla apretando la patilla que todavía no estaba suelta gracias a la foto del iPhone.
Pues bien, entro en la tienda, compro la bombilla y me pongo con la nueva. Como tenía la referencia de la foto anterior y las patillas, enseguida meto la primera patilla. Pero la segunda, nada de nada, sigo intentando pero no consigo nada.
Vuelvo a coger el iPhone y saco esto:
En esta foto, que ya ha mejorado sensiblemente en encuadre, como se puede ver había cruzado la patilla izquierda al lado derecho, por lo que ya podía estar yo tocando y tocando que sin esta foto todavía seguiría allí.
Bien, entonces volví a quitar la patilla izquierda, puse correctamente la derecha y cuando voy a meter la izquierda, nada de nada que no entra. Esta vez (a la tercera va la vencida), en lugar de machacarme el dedo vuelvo a coger el iPhone y saco esto:
Nuevamente el encuadre casi perfecto y como se puede observar perfectamente, los cables de alimentación del casquillo se interponían entre la patilla y su enclavamiento, con lo que saque el cable, metí la patilla y puse el casquillo. Finalmente para comprobar la correcta operación cogí el iPhone y saqué esto:
Como se puede ver todo, perfectamente colocado gracias a una herramienta poco común: el iPhone.
Conclusión: tu vista llegará más allá de donde imaginas si tienes un iPhone a mano.
El caso es que llevaba varias semanas con una luz fundida y como esta semana de Rodriguez me está tocando llevar el coche a mí, me decidí a cambiar la lámpara. Antes de nada miré por internet y vi en varios foros lo complicado que era y que para hacerlo había que armarse de paciencia y que había que hacerlo al tacto ya que la vista no alcanza al lugar del faro.
Pues bien, abro el motor, desmonto algunas piezas de plástico para acceder a la bombilla y empiezo. Acordándome de la paciencia y el tacto, consigo soltar la primera patilla (qué bien pensé, no hay nada como buscar ayuda en la red). Después de unos minutos machacándome los dedos, empiezo a ponerme nervioso (haciendo caso omiso de lo que acababa de leer en los foros de la paciencia). Cojo la navaja, un destornillador, una llave y nada, como no caben en el poco espacio que hay no consigo nada.
Finalmente, se me ocurrió coger el iPhone para introducirlo en el hueco del faro y hacer esto:
Es cierto que el encuadre no es perfecto, pero en esta foto se aprecia la patilla que dejé suelta y la que me faltaba por soltar. Después de ver la foto, conseguí sacar la bombilla apretando la patilla que todavía no estaba suelta gracias a la foto del iPhone.
Pues bien, entro en la tienda, compro la bombilla y me pongo con la nueva. Como tenía la referencia de la foto anterior y las patillas, enseguida meto la primera patilla. Pero la segunda, nada de nada, sigo intentando pero no consigo nada.
Vuelvo a coger el iPhone y saco esto:
En esta foto, que ya ha mejorado sensiblemente en encuadre, como se puede ver había cruzado la patilla izquierda al lado derecho, por lo que ya podía estar yo tocando y tocando que sin esta foto todavía seguiría allí.
Bien, entonces volví a quitar la patilla izquierda, puse correctamente la derecha y cuando voy a meter la izquierda, nada de nada que no entra. Esta vez (a la tercera va la vencida), en lugar de machacarme el dedo vuelvo a coger el iPhone y saco esto:
Nuevamente el encuadre casi perfecto y como se puede observar perfectamente, los cables de alimentación del casquillo se interponían entre la patilla y su enclavamiento, con lo que saque el cable, metí la patilla y puse el casquillo. Finalmente para comprobar la correcta operación cogí el iPhone y saqué esto:
Como se puede ver todo, perfectamente colocado gracias a una herramienta poco común: el iPhone.
Conclusión: tu vista llegará más allá de donde imaginas si tienes un iPhone a mano.
jueves, 3 de marzo de 2011
El uso de la información
En plena Sociedad de la Información es evidente que nuestra vida está rodeada de datos, estadísticas, paneles de control. Datos económicos, datos de rendimiento, datos de control, datos, datos... Hay pocos datos que sean absolutamente fiables, pero la recopilación constante y repetitiva de datos sencillos, nos brinda, a veces sin saberlo, una herramienta muy eficaz que puede permitirnos saber cómo funciona nuestro mundo y lo que me parece más importante, si vamos a mejor o a peor.
Cuando veo un informe que lo único que contiene son datos, siempre digo que no es un informe ya que si queremos transmitir algo con los datos hay que ir más allá. Por lo general, los datos necesitan un análisis que los convierta en información. Y si de inicio los datos ya no son fiables al 100%, el análisis que se haga de los mismos puede dar lugar a muchas interpretaciones dando lugar a diferentes informaciones. Siempre digo que no hay un análisis correcto o incorrecto porque se trata de la lectura que una persona hace de los datos cuando presenta un informe.
Pero lo realmente importante no son los datos, ni siquiera la información. Lo más importante es lo que hacemos las personas con la información (aquí podríamos abrir un paréntesis infinito). En cada ámbito de nuestra vida, la información se emplea con fines o intereses distintos, pero siempre para conseguir algo. Uno de los intereses más comunes suele ser el de mejorar con relación a nuestra situación inicial.
En función de cual sea nuestro grado de madurez en el campo que queramos mejorar, así serán nuestros requerimientos relativos al sistema que necesitamos para controlar dicho campo. Es muy importante saber de dónde partimos, cual es nuestra realidad y nuestras limitaciones y a dónde queremos llegar.
Una de las lecciones que he aprendido durante los últimos meses, es que no es necesario contar con todos los datos, ni siquiera que éstos sean absolutamente precisos, sobre todo si nuestro nivel de madurez es bajo-medio. Lo realmente importante es tener disponibles los datos, por sencillos que sean, de forma constante y regular, saber explotarlos y convertirlos en información clara y de valor para implementar las acciones que nos permitan mejorar y avanzar. Hablamos de conocimiento.
Cuando veo un informe que lo único que contiene son datos, siempre digo que no es un informe ya que si queremos transmitir algo con los datos hay que ir más allá. Por lo general, los datos necesitan un análisis que los convierta en información. Y si de inicio los datos ya no son fiables al 100%, el análisis que se haga de los mismos puede dar lugar a muchas interpretaciones dando lugar a diferentes informaciones. Siempre digo que no hay un análisis correcto o incorrecto porque se trata de la lectura que una persona hace de los datos cuando presenta un informe.
Pero lo realmente importante no son los datos, ni siquiera la información. Lo más importante es lo que hacemos las personas con la información (aquí podríamos abrir un paréntesis infinito). En cada ámbito de nuestra vida, la información se emplea con fines o intereses distintos, pero siempre para conseguir algo. Uno de los intereses más comunes suele ser el de mejorar con relación a nuestra situación inicial.
En función de cual sea nuestro grado de madurez en el campo que queramos mejorar, así serán nuestros requerimientos relativos al sistema que necesitamos para controlar dicho campo. Es muy importante saber de dónde partimos, cual es nuestra realidad y nuestras limitaciones y a dónde queremos llegar.
Una de las lecciones que he aprendido durante los últimos meses, es que no es necesario contar con todos los datos, ni siquiera que éstos sean absolutamente precisos, sobre todo si nuestro nivel de madurez es bajo-medio. Lo realmente importante es tener disponibles los datos, por sencillos que sean, de forma constante y regular, saber explotarlos y convertirlos en información clara y de valor para implementar las acciones que nos permitan mejorar y avanzar. Hablamos de conocimiento.
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